Levanta la mano si alguna vez has tenido una relación que no te convenia. Levanta la mano si te has visto persiguiendo el mismo perfil de pareja sabiendo que no te convenian.
A menudo nos encontramos persiguiendo a personas que no nos son adecuadas, perpetuando así un mismo ciclo. ¿Por qué?
Una de las razones por las que repetimos patrón una y otra vez puede encontrarse en el comienzo de la construcción de nuestras relaciones: la infancia.
Examinar estas raíces a través de las experiencias de la infancia
Hay una razón por la que muchos terapeutas rastrean hasta la infancia. ¿Qué tiene que ver cómo te sentías a los 5 años con tu vida adulta? En realidad, mucho. Aprendemos a relacionarnos con otras personas desde pequeños y esos patrones nos siguen hasta la edad adulta.
Lo que determina a quién elegimos como pareja romántica son nuestras relaciones con nuestros principales cuidadores cuando somos niños. Inconscientemente buscamos a alguien que tenga un conglomerado de rasgos negativos y positivos de los cuidadores de nuestra infancia.
Razones por las que no podemos cambiar en nuestras relaciones
Consciente o inconscientemente, a veces nos sentimos atraídos a repetir estos patrones tempranos como adultos con la esperanza de que de alguna manera podamos cambiar o compensar lo que no conseguimos de niños.
Las personas se sienten atraídas por lo que les resulta familiar, y acaban repitiendo los mismos patrones que experimentaron en sus primeras relaciones. Las personas se obsesionan con la idea de cambiar a su pareja de un modo que nunca pudieron cambiar a sus padres cuando eran jóvenes.
Por mucho que nos sintamos atraídos por personas que nos provocan, nunca podremos “resolver” lo que salió mal en el pasado mediante una relación adulta. Podemos cambiar y evolucionar en el presente, pero para encontrar la pareja romántica que queremos, primero tenemos que dar un paso atrás y ser honestos sobre quién nos atrae y por qué no está funcionando.
“No eres tú, soy yo”
Puede ser un terrible cliché, pero hay algo de verdad en la vieja frase: “No eres tú, soy yo”. Descubrir cómo nos afectan nuestros primeros apegos en el presente y aprender a satisfacer nuestras propias necesidades en consecuencia es quizá el trabajo más importante que podemos hacer para encontrar a quienes realmente queremos. Al fin y al cabo, una relación exitosa no te “completará”: eso sólo lo puedes hacer tú.
Cuando abordas una relación desde una sensación de vacío interior, las personas con las que sales lo percibirán y no les parecerá bien. El trabajo de sanar el propio vacío no se puede entregar a nuestras parejas. Es un trabajo personal que si se deja sin hacer te seguirá de una relación a otra.
Tomar conciencia de cómo nuestro pasado influye en nuestras relaciones actuales, y ganar confianza en nuestra identidad, dará sus frutos en las relaciones futuras.
Aprender a encontrar a las personas adecuadas
Una vez que hayamos hecho el trabajo interno y reconozcamos nuestros puntos débiles, también es útil ser intencionales sobre las personas que estamos buscando.
Cada relación que encuentramos en nuestra vida viene con lecciones que aprender y lo que necesitamos para evolucionar. Si podemos pensar en cada relación como una oportunidad para examinar dónde nos atascamos o desencadenamos y nos proponemos trabajar en esas partes de nosotros mismos, entonces nos ponemos en una mejor posición para elegir relaciones sanas y completas.
Con el tiempo, a medida que nos conozcamos mejor a nosotros mismos y mantengamos nuestro corazón abierto, dejaremos de ir a por las personas que no nos conviene y encontraremos las relaciones sanas que nos merecemos.
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